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Artículos de reflexión

Donar: ¿Un problema bioético?

Donating: A Bioethical Problem?

Doação: um problema bioético?

http://orcid.org/0000-0002- 8985-1754 Ángel Alonso Salas
Universidad Nacional Autónoma de México, México

Donar: ¿Un problema bioético?

Revista Colombiana de Bioética, vol. 12, núm. 1, 2017

Universidad El Bosque

Esta revista provee acceso libre inmediato a su contenido bajo el principio de que hacer disponible gratuitamente la investigación al público, lo cual fomenta un mayor intercambio de conocimiento global. La Revista Colombiana de Bioética se acoge a la política de Atribución -No Comercial 4. 0 Internacional de Creative Commons

Recepción: 01 Marzo 2017

Aprobación: 05 Mayo 2017

Resumen: El filósofo australiano, Peter Singer escribió un texto que se titula Salvar una vida. Cómo terminar con la pobreza que hace referencia a los motivos que se tienen para que las personas efectúen donaciones y el deber que el ser humano tiene para ayudar a los más necesitados. En este sentido, el presente texto tiene como finalidad, preguntarse acerca del problema bioético que supone el que un sujeto o una institución otorguen algún tipo de donación, bajo el supuesto de ¿cuáles son los motivos éticos que a manera de imperativo categórico subyacen en el donativo? ¿Por qué ante la abismal brecha entre ricos y pobres el donativo se con- vierte en un paliativo de equidad social? Y ¿cuáles son las desgracias o hechos que obligan a compartir lo poco o mucho que se tiene? Para lograr esto, el texto se dividirá en dos partes, en primer lugar el presentar algunas objeciones que Singer tendría hacia la “Cruzada Nacional contra el Hambre” que se ha impuesto como meta el Gobierno Federal en México en el presente sexenio y, en segundo lugar, lo acontecido hace algunos meses en territorio nacional con la ayuda que miles de personas brindaron a los daminificados por el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel, en septiembre del 2013, en especial, brindando su solidaridad al pueblo de Guerrero.

Palabras clave: donación, cruzada, hambre, justicia, pobreza.

Abstract: The Australian philosopher Peter Singer wrote Saving a Life. How to End Poverty, which references motives for people to make donations and the responsibility that human beings have to help the most vulnerable. This text reflects on the bioethical problem that arises when a person or institution makes some type of donation, in the following terms: What are the ethical motives that, as a categorical imperative, underlie the donation? Why do donations become the palliative remedy in face of the abysmal gap between the rich and the poor? What are the tragedies or events that obligate the sharing of the little or much that is possessed? The text is divided in two parts. First, it presents some of the objections that Singer would have against the “National Crusade against Hunger” that the Mexican Federal Government has imposed as a goal in the current six-year term. Second, it analyzes what occurred a few months ago in Mexican territory as thousands of people supplied aid to people affected by hurricane Ingrid and in tropical storm Manuel in September 2013, especially, the aid afforded to the pueblo of Guerrero.

Keywords: Donation, Crusade, Hunger, Justice, Poverty.

Resumo: O filósofo australiano Peter Singer escreveu Quanto custa salvar uma vida?, que faz referência aos motivos que as pessoas têm para fazer doações e o dever que o ser humano tem de ajudar os mais necessitados. O pre- sente texto questiona o problema bioético que supõe que um indivíduo ou uma instituição façam algum tipo de doação, nos seguintes termos: quais são os motivos éticos que, como imperativo categórico, estão por trás da doação? Por que, diante da abismal brecha entre ricos e pobres, a doação se converte em um paliativo de ig- ualdade social? Quais são as desgraças ou eventos que obrigam a pessoa a compartilhar o pouco ou muito que possui? O texto será divido em duas partes, primeiro, são apresentadas algumas objeções que Singer tinha em relação à “Cruzada Nacional contra a Fome” que foi imposta como meta do Governo Federal do México para o presente sexênio e, segundo, é analisado o acontecimento recente em território mexicano, em que milhares de pessoas ajudaram aos afetados pelo furacão Ingrid e pela tempestade tropical Manuel, em setembro de 2013, em especial, dedicando sua solidariedade ao povo de Guerrero.

Palavras-chave: Doação, cruzada, fome, justiça, pobreza.

¿Qué pasaría si le dijera que usted también puede

salvar una vida, o incluso muchas?

¿Tiene una botella de agua mineral o una lata de algún refresco sobre la mesa, a su lado, mientras está leyendo este libro? Si compramos bebidas aun cuando el agua del grifo de casa es potable, entonces tenemos dinero de sobra para gastarlo en cosas que en realidad son innecesarias. En el mundo hay mil millones de personas que luchan cada día por sobrevivir con menos dinero del que hemos pagado por esas bebidas. Como ni siquiera pueden pagar la atención sanitaria más básica para su familia, sus hijos tal vez mueran

de enfermedades leves y de fácil tratamiento, como la diarrea. Podemos ayudarlos.

(Singer, 2012, pp. 13-14)

I. CRUZADA CONTRA EL HAMBRE

Iniciemos nuestra reflexión acerca de la pobreza con una serie de datos que proporciona a nivel general el Banco Mundial, y de manera local, la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). De acuerdo a Peter Singer, hace algunos años, el Banco Mundial pidió a sus investigadores que escucharan lo que decían los pobres. Con ello consiguieron documentar la expreriencia de 60, 000 hombres y mujeres de setenta y tres países. Una y otra vez, en sus diferentes lenguas y en todos los continentes, los pobres decían que la pobreza significaba lo siguiente:

-falta de sustento durante todo el año o parte de él y, por lo general, sólo se ingiere una comida al día, y algunas veces hay que elegir entre aplacar el hambre de un hijo o la propia y otras sin ser capaz de acallar ninguna de las dos;

-no se puede ahorrar. Si un miembro de la familia enferma y hace falta dinero para ir al médico, o si la cosecha se pierde y no hay nada para comer, es necesario pedir a un prestamista local, que cobrará unos intereses altísimos mientras la deuda continúa aumentando y, tal vez, nunca pueda saldarse;

-no es posible mandar a los hijos al colegio o, si empiezan a asistir, hay que volver a sacarlos si la cosecha es mala;

-se vive en una casa inestable, hecha de adobe o de cañas, que hay que reconstruir cada dos o tres años, o cuando el clima es riguroso;

no se dispone de ninguna fuente de agua potable con garantías de salubridad. Es necesario acarrear agua desde muy lejos

y, aún así, si no se hierve, probablemente caiga uno enfermo. (Singer, 2012, pp. 23-24)

Ahora bien, con esta definición que da el Banco Mundial, podríamos comprender por qué en México y en gran parte del mundo, existe tanta gente pobre y en extrema pobreza. Es lamentable que en México tengamos tantos índices de pobreza y, a la vez, Forbes indique que la persona que cuenta con la mayor riqueza a nivel mundial sea mexicano. Pensemos en las diferencias existentes en las colonias o barrios en los que vivimos, entre los que viven en las calles marginadas, las medias y las zonas de mayor poder adquisitivo, situación que se repite en las grandes urbes y ciudades de cualquier país del mundo. En México, en el presente sexenio se ha diseñado la “Cruzada Nacional contra el Hambre”, y seguramente, muchos de nosotros hemos visto o escuchado los comerciales “por un México sin hambre”, con el que se quiere disminuir los índices de pobreza y marginación social existentes en nuestro territorio. El sustento de dicho programa social lo ofrece SEDESOL, quien para definir el término de pobreza argumenta que:

se utilizan diferentes conceptos como inseguridad alimentaria, carencia alimentaria y desnutrición de manera indistinta para referirse al hambre. La SEDESOL coincide en que la precisión es relevante y que deberá quedar claro en el Programa Nacional México Sin Hambre. A continuación se presenta la definición de hambre que se adopta para la Cruzada […] Si bien no existe una definición consensuada del concepto hambre, la FAO comúnmente utiliza hambre como sinónimo de desnutrición crónica aunque también se refiere al hambre como privación de alimentos, o a la sensación incómoda o dolorosa causada por no ingerir en un determina- do momento suficiente energía a través de los alimentos [...] Existen diferentes maneras de aproximarse al hambre. Por ejemplo, sólo con base en la medición multidimensional de la pobreza hay al menos cuatro aproximaciones. Una es través del ingreso, en la cual el hambre se podría vincular al valor de la canasta alimentaria. Otra es a partir de la carencia de acceso a la alimentación, mientras que las otras dos se vinculan al concepto de pobreza y pobreza extrema. Para la Cruza- da Nacional Contra el Hambre se decidió aproximarse al problema del hambre a partir de la pobreza extrema y la carencia de acceso a la alimentación. Así, para la Cruzada el hambre se define como la situación que enfrenta una persona al encontrarse en pobreza extrema y con carencia alimentaria. Esta definición de hambre considera tanto el ingreso por debajo de la línea de bienestar mínimo, que representa el costo de una canasta de alimentos mínimos necesarios para tener una nutrición adecuada, así como la carencia de acceso a la alimentación, que se basa en el concepto de inseguridad alimentaria” (Gobierno de la República de México [GRM], Sin Hambre, s.f.).

A partir de dicha cita podemos destacar algunos aspectos. El hecho de que se vincule al hombre con el valor de la canasta alimentaria o el acceso a la alimentación nos permite comprender por qué año tras año disminuye el porcentaje de la “clase media” y se incrementan los números de pobreza y de extrema pobreza. Sabemos que mes tras mes disminuye nuestro poder adquisitivo debido al incremento en el costo de los servicios de electricidad, transporte, gasolina, productos perecederos, etc. No obstante, paradójicamente aumentan los índices de obesidad y de ali- mentación baja en nutrientes, al grado de que México ocupa el primer lugar a nivel mundial en obesidad y el segundo en corrupción. La cruzada contra el hambre se enfoca en aquellos casos de poblaciones marginadas o de personas que viven en pobreza extrema. Recordemos las palabras del actual presidente de la República, quien al inaugurar dicho programa afirmó que:

Erradicar el hambre es apenas el primer paso para construir el México Incluyente que todos queremos. Esta tarde estuve en el municipio de Mártir de Cuilapan, Guerrero, para reafirmar mi compromiso ético con el bienestar y el progreso de todos los mexicanos.

Este municipio es importante para la política social del Gobierno de la República, porque es el primer ejemplo de lo que queremos hacer en todo el país con la Cruzada Nacional Contra el Hambre, una estrategia que representa un cambio profundo en la política social:

Es una estrategia incluyente, porque se construye a partir de las demandas y necesidades comunitarias; corresponsable, porque integra el esfuerzo de los tres órdenes de gobierno, evita duplicidades y rinde mejores resultados a la sociedad, y focalizada, porque se asegura de que los beneficios lleguen a los mexicanos que más lo necesitan.

Superar la pobreza extrema y la carencia alimentaria severa, es una obligación moral y un compromiso ético de nuestra generación, que debemos asumir plenamente para mover y transformar a México. (GRM, Sin Hambre, s.f.)

Evidentemente se pueden hacer infinidad de comentarios a este Programa y al discurso del presidente Enrique Peña Nieto por la cantidad de contradicciones existentes, tales como ¿la reforma energética y hacendaria reafirmó su “compromiso ético” con el bienestar y el progreso de todos los mexicanos?, ¿podemos decir que es una estrategia “incluyente” cuando un sector numeroso de la población se opuso al IVA en alimentos para perros y gatos, y otros alimentos perecederos que fueron aprobados para 2014?,¿en qué medida es “corresponsable” cuando el peso que se obtiene de cada litro de refresco no va a programas sociales sino al gasto corriente del gabinete?, ¿la “focalización” hacia los más necesitados justificó la homologación del IVA en la frontera? Pero dejemos el discurso que sofísticamente quiere mover y transformar a México. Detengámonos en la cruzada contra el hambre. En primer lugar, el proyecto en sí mismo pareciera tener solidez y si uno no conociera la realidad de México, afirmaría que es deseable, en tanto que si se cumplen dichas metas existi- rían mejores condiciones económicas y sociales para las comunidades que padecen la pobreza extrema, así como una marginación económica e histórica. Cabe resaltar que dicho programa:

se vincula con otros derechos sociales contemplados en la medición multidimensional de la pobreza, los cuales son: vivienda, servicios básicos, educación, salud y seguridad social. Ello permite establecer una estrategia integral para la atención del hambre en sus aspectos más estructurales [...] Resumiendo la población objetivo de la Cruzada es justamente aquella que tiene hambre, es decir, que enfrenta una situación de pobreza extrema alimentaria. Esto significa que la Cruzada está dirigida a las personas que reportan no tener los ingresos ni el acceso a alimentos. Priorizar la atención del hambre tiene sentido pues con hambre las otras carencias difícilmente se pueden superar. (GRM, Sin Hambre, s.f.)

Atender el hambre supone mejorar las condiciones socioeconómicas. No basta el darle un plato de sopa, algo de atún, medio bolillo y agua en un comedor comunitario a un pobre o indigente, ya que como diría Arthur Schopenhauer, con dicha acción solamente se prolongó su agonía y miseria, ya que al día de mañana seguirá con hambre, y la carencia de alimentos no es el único problema que se tiene que atender, ya que la calidad de vida, la atención en servicios básicos: salud, vivienda, trabajo, educación, etc. deben ser abatidos o se tendría que incidir en disminuir dichos índices de marginación y exclusión social. Además, se pretende que ésta cruzada sea:

una estrategia de inclusión y bienestar social, que se implementa a partir de un proceso participativo de amplio alcance que conjunta esfuerzos y recursos de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como de los sectores público, social y privado y de organismos e instituciones internacionales, buscando brindar atención integral a múltiples de- mandas presentes en un sector importante de la población en condición de mayor vulnerabilidad, como lo son aquellas mexicanas y mexicanos que presentan situación de pobreza extrema e inseguridad alimentaria. (GRM, Sin Hambre, s.f.)

Sin embargo, el hecho de que estos objetivos se cumplan parece utópico o una “tomada de pelo”, y dudo que exista un amplio sector de la sociedad que crea que este programa acabará con el hambre. La experiencia fallida en gobiernos anteriores con programas similares como los de “solidaridad” u “oportunidades” difícilmente permiten dar un voto de confianza a este programa. Y a esto agreguemos los miles de indocumentados que buscar lograr el sueño americano cruzando México para llegar a Estados Unidos, y los cien- tos de centroamericanos que están por todas las vías ferroviarias donde pasa la “Bestia” y que nos piden unos pesos para satisfacer su hambre y continuar con su proyecto hacia el norte del país. Una vez aprobadas las reformas energéticas es necesario realizar un análisis en donde se compare el incremento de la pobreza extrema que se dió a partir del 1º de enero de 2014, así como también el número de municipios y de estados que se tendrán que integrar a las cifras de pobreza extrema a la postre de los fenómenos naturales Ingrid y Manuel, y otros fenómenos meteorológicos que se han suscitado en México. Considero que, al respecto, Peter Singer objetaría a este programa una serie de argumentos que se fundamentan en los siguientes datos:

El Banco Mundial define la pobreza extrema como aquella situación en la que no se tienen ingresos suficientes para satisfacer las necesidades humanas más básicas, como una alimentación adecuada, agua, cobijo, ropa, higiene, atención sanitaria y educación. Muchas personas están familiarizadas con el dato de que hay 1.000 millones de personas que vi- ven con menos de un dólar diario. Según el Banco Mundial, ése era el umbral de pobreza hasta el año 2008, cuando una mayor precisión en la comparación de los precios a escala internacional permitió realizar una estimación más ajustada de la suma que las personas requieren para satisfacer sus necesidades básicas. Según dicha estimación, el Banco Mundial fijó su umbral de pobreza en 1,25 dólares diarios. El número de personas que por sus ingresos se sitúa bajo este umbral no es de 1.000 millones, sino de 1.400 millones. (Singer, 2012, p. 24)

Tomando una cotización promedio de un dólar americano, equivale a trece pesos mexicanos, tendríamos que para muchos países de África es posible vivir con lo mínimo con una cantidad de 1,25 dólares, que es el equivalente a los dieciséis pesos con veinticinco centavos. Si pensamos detenidamente esta cantidad, muchos de los presentes gastamos esa cantidad de dinero solamente para llegar a nuestro trabajo, o bien, corresponde a un 70% de lo que gastan nuestros estudiantes o hijos para llegar a su escuela. ¿Cuánto dinero necesita cada uno al día para salir “al paso”? De esta forma, nos percataremos que tres cuartas partes de los mexicanos podrían solicitar el rescate del Banco Mundial o nuestra inclusión a la Cruzada nacional contra el hambre. Singer continúa compartiendo datos que siguen siendo alarmantes y aterradores, ya que:

los 1.400 millones de personas que viven en la pobreza extrema son pobres según un criterio objetivo ligado a las necesidades humanas más básicas. Seguramente pasen hambre, al menos una parte del año. Si consiguen algo de comida con que llenarse el estómago, quizá estén mal alimentados porque la dieta carezca de nutrientes esenciales. En el caso de los niños, la malnutrición impide el crecimiento y puede ocasionar lesiones cerebrales irreversibles. Probablemente los pobres no puedan permitirse llevar a sus hijos al colegio. Y hasta la atención sanitaria más elemental suele exceder sus posibilidades económicas. Este tipo de pobreza mata. En los países ricos la esperanza de vida se sitúa en torno a los 78 años; en los países pobres, esas naciones consideradas oficialmente «las menos desarrolladas», esa cifra está por debajo de los 50 años. En los países ricos, menos de uno de cada cien niños muere antes de cumplir los 5 años; en los más pobres, fallece uno de cada cinco. Y a los 10 millones de niños pequeños que, según UNICEF, mueren cada año por causas evitables y relacionadas con la pobreza debemos añadir al menos otros 8 millones de niños mayores y de adultos. (Singer, 2012, p. 26)

Sería interesante y, a la vez, muy deprimente analizar la situación que existe en nuestra colonia, en nuestro centro de trabajo, municipio o delegación en la que vivimos, ya que debido a la demanda de servicios de salud y de educación, contar con una cita con el especialista en tres meses, o acceder a un lugar como estudiante del nivel medio-superior o superior es un privilegio que miles de personas no poseen. Ahora bien, ante estas cifras, ¿qué podemos hacer?, ¿cuál sería nuestro deber ético?, ¿es válido “hacerse de la vista gorda” o deberíamos hacer una racionalización de nuestros gastos?, ¿deberíamos, en un sentido kantiano, promover la cultura de la donación o luchar por una situación más justa en nuestro país? Al respecto, Singer nos pide que:

pensemos además cómo obtenemos nuestra dosis de cafeína muchos de nosotros: podemos hacer café en casa por tan sólo unos cuántos céntimos, en lugar de gastar tres dólares o más en un café con leche servido en un establecimiento. O pensemos en otro ejemplo: ¿hemos aceptado en alguna ocasión, sin pensarlo dos veces, la sugerencia de un camarero de traernos una segunda copa de vino u otro refresco cuando ni siquiera hemos terminado la primera? Cuando el experto arqueólogo Timothy Jones dirigió un estudio financiado por el gobierno estadounidense sobre la cantidad de comida que se derrocha, descubrió que el 14% de la basura doméstica se compone de alimentos en perfecto estado que ni siquiera han sido extraídos de su embalaje original y no han caducado. Más de la mitad de estos alimentos estaba envasada al vacío o consistía en artículos enlatados imperecederos. Según Jones, en los Estados Unidos se desperdician cada año alimentos por valor de 100.000 millones de dólares. La diseñadora de moda Deborah Lindquist afirma que una mujer media posee ropa valorada en más de 600 dólares que lleva un año sin usar. Independientemente de cuál sea la cifra exacta, se puede afirmar que la mayor parte de nosotros, tanto hombres como mujeres, compramos cosas que no necesitamos, algunas de las cuales ni siquiera usamos jamás. (Singer, 2012, pp. 28-29)

¿Y esto no constituye una “pedrada” hacia algunos de nosotros? Pensemos al modo epicúreo en qué gastamos el dinero que obtenemos, cuáles son los placeres naturales y necesarios a los que destinamos nuestro sueldo o domingo, y nos percataremos que el ir al cine, comprar películas, la borrachera o salida al antro, la ropa, tenis o productos de catálogo que pedimos y consumimos son cosas que en el fondo no necesitábamos, pues no constituyen una necesidad primordial o básica. Pensemos cuántos productos desperdiciamos en casa o cuando vamos a comer a otro lugar que ofrecen el re-fill o el buffet, y, en todos los alimentos que se preparan en las cadenas alimenticias y que al no consumirse van directo a la basura, pues las políticas de las empresas no permiten la donación de dichos “desperdicios”. Entonces, ¿qué podríamos o deberíamos hacer? Singer sostiene que:

pensar desde el punto de vista ético consiste en ponerse en el lugar de los demás [...] La idea se resume en la regla de oro de la ética de la reciprocidad: «Trata a los demás como te gustaría ser tratado». Para la mayor parte de los occidentales la ética de la reciprocidad es más célebre por las palabras de Jesús tal como las recogen Mateo y Lucas, pero se trata de una ética extraordinariamente universal, pues podemos encontrarla en el budismo, el confucionismo, el hinduismo, el Islam y el jainismo, así como el judaísmo, donde aparece en el Levítico y lo subraya posteriormente Hillel el Viejo. La ética de la reciprocidad exige que aceptemos que los deseos de los demás deben tenerse en cuenta como si fueran propios. Si los deseos de los padres del niño moribundo fueran los nuestros, no tendríamos nin- guna duda de que el sufrimiento de todos ellos y la muerte de su hijo son casi tan malos como lo peor que pudiera suceder. De manera que si pensamos desde un punto de vista ético, debemos tener en cuenta esos deseos como si fueran propios y no podemos negar que el sufrimiento y la muerte son malos. (Singer, 2012, p.34)

En este orden de ideas, Singer sugiere que a partir de la ética de la reciprocidad deberíamos aportar algo de nuestro dinero, fuerzas o apoyo a los más necesitados, es decir, debemos ser caritativos, y esto, a mi juicio es uno de los supuestos que subyacen a la bioética. Cabe resaltar que este deber, a saber, la reciprocidad, ya sea entre seres conocidos, familiares, colegas de trabajo o desconocidos) no consiste en que sea una imposición u obligación externa, sino que constituye un deber ser, un acto que se lleva a cabo por convicción y porque se tiene un compromiso hacia el Otro, pues las carencias o injusticias que padecen los Otros, arrastran al sujeto a hacer algo por ellos. No se trata de dar un diezmo o de crear un asilo para gatos y perros callejeros, sino en saber aprovechar los recursos y oportunidades con los que cada sujeto cuenta y ponerlas al servicio del Otro. Caridad no es lástima ni hacer algo para quedar bien con mi ego o terceras personas, sino un servicio desinteresado y comprometido hacia el vulnerable. ¿Y entre los principios de Childress y Beauchamp de beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomíam, o bien, en los principios propuestos por Hans Jonas de prudencia y res- ponsabilidad, no deberíamos incluir el principio de “caridad”? No solo con nuestros semejantes, con los menos aventajados económica, cultural o socialmente, sino también con nuestro hábitat y demás seres vivos. Dicho con las palabras del filósofo australiano,

quiero ocuparme de lo que deberíamos escoger hacer con nuestro dinero si queremos vivir de un modo ético. Al mismo tiempo, no pretendo ofrecer argumentos contra la función de los gobiernos en lo referente a reducir la pobreza mundial. Si los gobiernos deben o no ejercer esa función es sencillamente una cuestión distinta de la discusión que me propongo plantear. (Singer, 2012, p. 46)

Quisiera concluir esta sección con la siguiente pregunta: ¿qué está en nuestras manos para ayudar al necesitado o dicho en la jerga del marketing, para ser un “consumidor responsable”? Una vez que contestemos esto podremos hacer algo para reducir el hambre o la injusticia social, sin esperar los resultados que arroje la Cruzada nacional contra el hambre.

II. LOS DAMNIFICADOS POR INGRID Y MANUEL

A juicio de Peter Singer,

un rostro identificado nos moviliza como no consigue hacerlo la información abstracta. Pero este fenómeno ni siquiera requiere que recibamos detalles muy concretos sobre la persona [...] Paul Slovic […] cree que el hecho de que haya personas identificables, o incluso preseleccionadas, nos influye tanto porque empleamos dos procesos diferentes para comprender la realidad y para decidir cómo actuar: el sistema afectivo y el sistema deliberativo. El sistema afectivo se sustenta en las reacciones emocionales. Opera con imágenes, reales o metafóricas, y con relatos, que procesa con rapidez para elaborar un sentimiento intuitivo acerca de la validez o invalidez de algo, de su bondad o maldad. Este sentimiento desemboca en una acción inmediata. El sistema deliberativo se sirve más de la capacidad de razonamiento que de las emociones, y opera con palabras, números y abstracciones, en lugar de con imágenes y relatos. Los procesos deliberativos son conscientes y exigen evaluar de modo lógico y utilizando datos. En consecuencia, el sistema deliberativo requiere más tiempo que el afectivo y no se traduce en una acción tan inmediata. (Singer, 2012, p. 65)

¿Cómo se aplica esto a nuestra realidad y contexto? Basta recordar las imágenes de los daminificados por los fenómenos naturales Ingrid y Manuel en septiembre del 2013, o de cualquier otra desgracia que haya “azotado” a alguna nación. Es tal el poder de las imágenes ante la devastación de fenómenos naturales, que en nuestro país (al igual que cualquier otro que sufra una “catástrofe natural”) surgieron cientos de centros de acopio en diversas instituciones que solicitaron y recibieron víveres de miles de mexicanos. Veamos algunos ejemplos. En primer lugar, citamos el caso de:

El Instituto Federal Electoral (IFE), en solidaridad con las personas afectadas por los huracanes Ingrid y Manuel, entregó a la Cruz Roja Mexicana un donativo econó- mico en el que trabajadoras y trabajadores de la institución de todo el país aportaron de manera voluntaria un día de su salario.

En un comunicado se informó que en las instalaciones de la benemérita institución, funcionarios del IFE entregaron un cheque por un monto de $839,113.95 (ochocientos treinta y nueve mil ciento trece pesos y noventa y conco centavos) correspondiente a la aportación de 2,845 empleados que participaron en la campaña de donación impulsada por la Junta General Ejecutiva del órgano electoral.

Este esfuerzo se realiza de manera adicional a la donación en especie que los mismos trabajadores aportaron durante los días de emergencia. (Grupo Fórmula, 2013)

En segundo lugar, el 18 de septiembre de este año, la Cruz Roja Mexicana envió:

35 mil 500 kilos de ayuda humanitaria al estado de Guerrero a través del puente aéreo que implementó con dos aviones del Ejército mexicano así como con dos aeronaves de la Policía Federal Preventiva […] Hasta el momento Cruz Roja Mexicana ha entregado en total, 60 mil 500 kilos de ayuda humanitaria al estado de Guerre- ro, 25 mil ya se entregaron a diferentes colonias del municipio de Acapulco, que ha sido el más devastado de esa entidad. En las labores de repartición de ayuda humanitaria participan 520 voluntarios.

En Tamaulipas Cruz Roja Mexicana entregó 10 mil kilos de ayuda humanitaria a los municipios de Soto la Marina y Aldama, así como a la ciudad de Tampico. En este estado participaron al menos 400 voluntarios de la Benemérita institución.

En Veracruz, se apoyó a pobladores del nor- te del estado, principalmente del municipio de San Rafael, donde se han entregado 10 mil kilos de ayuda humanitaria. En las labores de rescate y apoyo han participado 380 voluntarios.

Con el envío de ayuda humanitaria se han entregado en total 80 mil 500 kilos de ayuda humanitaria que han beneficiado a 32 mil personas, principalmente de los es- tados de Guerrero, Veracruz y Tamaulipas. En estas entidades y otras 15 afectadas por los fenómenos meteorológicos participan en total 7 mil 200 voluntarios de Cruz Roja Mexicana, especialistas en búsqueda y rescate de personas, evaluación de daños, evacuación, logística de albergues y de centros de acopio.

La Sede Nacional de Cruz Roja Mexicana hasta el momento en dos días de apertura del centro de acopio ha recaudado 5 mil 300 kilos de ayuda humanitaria, gracias a la generosidad de las personas. El resto de la ayuda humanitaria enviada, 75 mil 200, formaban parte de las reservas que la Benemérita institución almacena en su Centro Nacional de Acopio. (Cruz Roja Americana, 19 de septiembre de 2013)

Las cifras finales que otorgó la Cruz Roja, men- cionaron que al cierre del acopio el 23 se octubre del 2013 fueron de 5 990 toneladas de ayuda. En tercer lugar, el 24 de octubre del año pasado, la presidenta del DIF Guerrero, “entregó más de 45 toneladas de apoyo alimentario, calzado y ropa a familias de la región Norte del estado y de la cuenca del Alto Balsas, durante el segundo día de trabajo por municipios y comunidades afectadas por las lluvias” (Agencia Informativa Guerrero, 22 de septiembre de 2013).

Como cuarto ejemplo, la Fundación Televisa y el Programa Gol por México, entregaron $100,000 pesos por cada gol anotado desde la onceava jornada de la Liga MX, lo que daba una cantidad de “30 goles anotados y de $3,000,000 de pesos reunidos”(Fundación Televisa, 4 de octubre de 2013). Y así podríamos mencionar más cifras y datos en los que miles de personas ayudaron con algo de su despensa o un porcentaje de su salario para apoyar a los más necesitados. Independientemente de la cantidad de toneladas enviadas, es importante resaltar el trillado comentario del apoyo del mexicano ante la adversidad, pero no cualquier problema nacional genera tanta movilización y respuestas. Recordemos los boteos y recopilación de despensa para la gente del SME o de la CNTE, y contrastémosla con el apoyo que se brinda al TELETON. Obviamente el factor que lleva a que se apoye más a una causa que a otra, es debido al manejo y a la proyección del sufrimiento e imágenes del dolor ajeno, que conmueven los corazones de la mayoría de las personas y se sienten obligadas a poner “su granito de arena”.

Singer tiene razón al afirmar que el meollo de la donación consiste en la promoción de la compasión y del dolor. Basta ejemplificar lo sucedido con las noticias sobre los damnificados en Guerrero y la respuesta de miles de personas. Sin embargo, uno podría cuestionar ¿qué hacía la Cruz Roja con 75,200 kg de víveres en la reserva del Acopio de dicha institución en un país que tiene que recurrir a la Cruzada nacional contra el hambre para erradicar la pobreza extrema?, ¿por qué desgracias como la de Ingrid y Manuel descubren el desvío de fondos en recursos como carreteras y viviendas, y como decía el comercial “hay quienes tenían poco y lo perdieron todo”?

Además de lo anteriormente dicho, sabemos que muchas empresas que participaron en estas “acciones sociales y humanitarias” aprovecharon para deducir los impuestos de dichas donaciones y, entonces, ya no podremos valorar dicho apoyo como éticamente genuino. Sin embargo, considero que la gran mayoría, por convicción o por piedad, dieron un donativo en especie o apoyaron como voluntarios a la colecta de víveres, constituyen acciones que manifiestan la ética de la reciprocidad y la valía de dicha acción. Ahora bien, uno podría preguntarse en estos momentos sobre la significación y sentido de dicha acción. Para Singer, cuando existe una necesidad real, lo de menos es que las personas apoyen por convicción o por sentirse satisfechos consigo mismos, y, mostrar cuán generosos son ante los demás, ya que la necesidad es tan grande que lo que se necesita es el apoyo, en este caso, brindarles alimentos y apoyo en lo que se hacían labores que permitieran acceder a restablecer una comunicación con ciertas poblaciones, y, reducir en la medida de lo posible, el sufrimiento y necesidad imperantes. Singer considera que se ha comprobado que:

si el sentido de la justicia nos hace menos proclives a hacer donaciones cuando los demás tampoco las hacen, es cierto que también opera en dirección inversa: es mucho más probable que hagamos lo correcto si pensamos que los demás ya lo hacen. Por lo general, solemos hacer lo que hacen los demás miembros de nuestro “grupo de referencia”, aquellos con quienes nos identificamos. Los estudios demues- tran que la cantidad que aportamos a las organizaciones de ayuda guarda relación con la suma que creemos que aportan los demás. (Singer, 2012, p. 80)

Ante una situación como una desgracia natural como un temblor, tsunami o inundación, o bien, un ataque terrorista o accidente de tren o avión, en mayor o menor grado, se busca el apoyo de la población hacia los más necesitados. Sin embargo, ¿las donaciones se reducen a víveres, ropa y dinero? El tema de donación es crucial para la bioética y la sociedad en general. Por tal motivo, valdría la pena detenerse en dos tipos de donaciones, la de órganos y de alimentos.

Respecto al primer tipo de donaciones, Singer sostiene que:

en Alemania, sólo el 12% de la población ha donado en vida sus órganos en caso de que, como consecuencia de un accidente, se determine que la situación es de muerte cerebral. En Austria, la cifra asciende a la asombrosa tasa del 99,98%. Los alemanes y los austriacos no tienen antecedentes culturales tan dispares; entonces, ¿por qué los austriacos están mejor predispuestos para donar sus órganos? Seguramente no lo están. La diferencia se explica porque para ser un donante potencial de órga- nos en Alemania es preciso inscribirse expresamente en un registro, mientras que en Austria se es donante potencial de órganos a menos que se indique lo contrario. (2012, p. 86)

En cuestiones de salud, México adopta el sistema de donación de órganos similar al de Alemania, es decir, quien quiera hacerlo debe expresar dicho deseo mediante un documento, o en su defecto, el familiar que tome la decisión de manifestar la voluntad del difunto respecto a la donación de órganos. En México es urgente la promoción de la cultura de órganos, ya que de acuerdo a cifras del Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA), 10 123 personas están en lista de espera de un trasplante de riñón y a la fecha se han reportado 2 084 trasplantes de riñón. Es importante destacar que la Insuficiencia Renal Terminal se ha incrementado de manera alarmante y preocupante, por lo que se ha convertido en un problema de salud pública. La cantidad de personas (niños, jóvenes, adultos y ancianos) que necesitan una diálisis, representa un gasto de recursos considerable en las instituciones de salud pública, y en nosocomios particulares difícilmente se poseen los recursos para poder someterse a dicho tratamiento. Por esa razón, la lista de espera para la donación de riñones crece diariamente. ¿qué tendríamos que hacer para promover las donaciones de órganos?, ¿cómo podemos incidir para que desde la ética de la responsabilidad se tome conciencia de la donación de órganos? Esta es una tarea que es urgente en nuestros días. Pero pasemos al segundo tipo de donaciones, la de alimentos, al respecto a la donación de alimentos, Singer sostiene que:

el problema no es que produzcamos demasiado pocos alimentos; más bien lo que sucede es que no comemos los alimentos que cultivamos. Cada año, cien millones de toneladas de maíz se transforman en biocombustible que acaba en los depósitos de gasolina estadounidenses. Esta medida reduce muchísimo el maíz disponible para la exportación y, por consiguiente, contribuye a elevar el precio mundial de los cereales. Pero no son los seres huma- nos quienes comen la mayor parte del maíz, sino los animales, y eso explica la mayor parte de la crisis alimentaria. La cantidad de cereales y soja destinada a pienso animal ha aumentado de manera muy acusada durante la última década, cuando los países asiáticos han empezado a ser más prósperos y sus ciudadanos han comenzado a comer más carne. (2012, p. 135)

Veamos

Veamos el caso de un país. De acuerdo a Singer,

sólo en China, en los dos decenios anteriores a 2006, el número de reses de vacuno producido anualmente pasó a ser inferior a los 5 millones a superar los 50 millones; el de gallinas ponedoras, de 655 millones a 2.300 millones; el de patos, de 300 millones a 2.000 millones; y el de pollos, de 1.500 millones a 7.700 millones. Prácticamente todos estos animales se alimentan de cereales y soja. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en el año 2007 fueron a parar al pienso animal 756 millones de toneladas de cereales. Para hacernos una idea de la cantidad de cereales que supone, imaginemos que se reparten equitativamente entre los 1.400 millones de personas que viven en la pobreza extrema. Cada uno de ellos recibiría más de media tonelada o, lo que es lo mismo, aproximadamente un kilo y medio diario, lo que aporta el doble de las calorías necesarias para subsistir. Añadamos a ello la mayor parte de los 225 millones de toneladas de soja que se producen en el mundo y que también se dedican a alimentar a animales, y veremos la cantidad de alimentos que cultivamos que no están destinados a alimentar directamente a los seres humanos. (2012, p. 135-136)

Sin embargo,

cuando utilizamos a los animales para convertir las cosechas en carne, huevos o leche, la mayor parte del valor nutritivo del alimento consumido por los animales sirve para mantener su calor corporal y desarrollar sus huesos y otras partes de su organismo que no podemos comer. Así, la mayor parte del valor nutritivo de las cosechas que cultivamos se desperdicia; en el caso del ganado vacuno, sólo recuperamos ½ kilo de carne por cada 6 kilos y medio de cereales con que los alimentamos. Con los cerdos la proporción es de 3 kilos de cereal por cada ½ kilo de carne de cerdo obtenido. Y estas cifras se quedan incluso cortas, ya que la carne tiene un contenido de agua superior al de los cereales. El mundo no se está quedando sin alimento. El problema es que nosotros, que somos relativamente ricos, hemos descubierto un modo de consumir cuatro o cinco veces más alimento del que seríamos capaces de consumir si comiéramos directamente las cosechas que cultivamos […] Producimos comida suficiente para alimentar a toda la población del planeta, e incluso para dar de comer a los 3.000 millones de habitantes adicionales con los que suponemos que la compartiremos en el año 2050. (Singer, 2012, p. 136)

Si pensamos en la cantidad de comida que desperdiciamos en casa o en las instituciones educativas, nos daremos cuenta que también somos corresponsables de la desigualdad eco- nómica y social, pues teniendo la oportunidad de racionalizar el consumo o de compartir los alimentos, preferimos despilfarrarlo y no con- tribuir a la donación de alimentos. Recordemos que celebramos el “Día Mundial del Medio Ambiente” cada 5 de junio a partir de 1973. En 2013, el país anfitrión Mongolia, tuvo como meta el reflexionar acerca de la siguiente frase: “Piensa, aliméntate y ahorra”. ¿Qué podríamos decir al respecto?, ¿cuántos de nosotros hemos visto los desperdicios que quedan al retirarse el tianguis o en la Central de Abastos?, ¿cuántas veces nos ha sucedido que compramos más comida de la que necesitamos y se nos echa a perder?, ¿cuán- tas veces hemos visto personas que tienen la absurda idea de que comer en un buffet chino implica el “atascarse” para que valga la pena el gasto, aunque dejemos gran parte del alimento que nos servimos?, ¿tenemos el conocimiento de que la comida que no se consume en las grandes cadenas alimenticias van directo a la basura y que la política de dicha empresa es “no regalarla”? La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) sostienen que más de un tercio de la producción alimenticia (aproximadamente 300 millones de toneladas) para los seres humanos no es consumida y termina siendo un desecho, en lugar de ser utilizada para cubrir las necesidades básicas de comunidades en extrema pobreza o en hambruna en diferentes lugares de América y África, por lo que el argumento de Singer no es una exageración.

Independientemente de la crisis económica en la que nos encontramos y de la disminución de nuestro poder adquisitivo en la canasta básica de alimentos, cabría preguntarnos ¿cómo podemos ayudar a disminuir no sólo el desperdicio de alimentos sino de basura y otro tipo de desechos?, ¿cuáles son las acciones que hemos tomado (o deberíamos tomar) a nivel personal, familiar y social al respecto?, ¿cómo podemos alimentarnos de una mejor manera?, ¿qué tanto contribuimos a compartir nuestros alimentos?, ¿hemos reflexionado acerca del tipo de los alimentos que compramos con mayor frecuencia?, ¿qué acciones concretas hemos hecho para ahorrar y compartir con los demás lo que tenemos?, ¿alguna vez hemos hablado sobre esto y actuado de forma congruente con nuestros amigos, padres, hijos, vecinos, etc.?, ¿de qué manera contribuimos a mejorar el medio ambiente y nuestra calidad de vida? Solamente en la medida en que respondamos esas preguntas podremos contribuir a un medio ambiente de mayor calidad. Finalmente veamos un último dato aterrador que da Singer:

un modo un tanto burdo de determinar esta cifra consiste en calcular cuánto falta para que la renta de los más pobres del mundo supere el umbral de la pobreza y, a continuación, calcular cuánto dinero sería necesario para que sobrepasaran dicho umbral y se situaran en el punto en el que dispongan de suficientes ingresos para satisfacer sus necesidades básicas. Jeffrey Sachs lo hizo y concluyó que en 2001 sacar a todo el mundo de la pobreza costaría 124.000 millones de dólares anuales. La suma del producto interior bruto de los veintidós países ricos de la OCDE correspondiente a ese año era de 20 billones de dólares. Por consiguiente, el aporte necesario para cubrir el déficit equivale al 0,62% de los ingresos o, lo que es lo mismo, a 62 centavos de cada 100 dólares. Una persona que ganara 50.000 dólares al año adeudaría sólo poco más de 300 dólares. No es una suma desorbitada. Comparémosla con los 116.000 millones de dólares que el 1999 gastaron los estadounidenses en bebidas alcohólicas. Destinar únicamente la mitad de esa cifra a los pobres cubriría la parte que les corresponde a todos los estadounidenses de lo que hay que aportar, y aquellos a quienes les gusta beber podrían seguir tomándose un par de copas. (2012, pp. 154-155)

Ahora bien, ¡el monto de la cantidad que en un año consumieron los norteamericanos en bebidas alcohólicas es semejante al monto del fichaje que el Real Madrid hizo por Gareth Bale por una cantidad de casi 100 millones de euros! ¿Cuánto dinero gasta a la semana un mexicano en el consumo de cervezas, cigarros o refrescos?, ¿y cuando se acerca una festividad no se gastan cantidades exorbitantes en vestidos de novia, quinceañera, salón, en la hummer que recorre Paseo de la Reforma o cualquier otra trivialidad? Pero eso sí, hacemos un “pachangón” inolvidable y nos quejamos de que no hay dinero, sino puras deudas. Ante cifras tan desorbitantes y frustrantes, Singer propone

un objetivo mucho más asequible: apro- ximadamente el 5% de la renta anual de quienes viven cómodamente desde el punto de vista económico, y bastante más para quienes son muy ricos. Mi es- peranza es que las personas se convenzan de que pueden y deben aportar semejante cantidad. Creo que hacerlo así significa- ría un primer paso parta restablecer la relevancia ética de la donación como un componente esencial de una vida buena. Y si se adopta la costumbre de manera generalizada, tendremos dinero más que suficiente para poner fin a la pobreza extrema. (2012, p. 164)

Para finalizar este escrito, es importante resaltar que en nuestras manos no está disminuir la pobreza o asegurar que los bancos de alimentos funcionarán de manera correcta y justa, o hacer que la Cruzada contra el hambre logre sus objetivos, pero sí pensar qué es lo que verdaderamente necesitamos y cómo podemos compartir lo poco o mucho que tengamos con el bien común, así como también manifestar nuestra decisión sobre donar órganos o no y hacer labores de tomas de conciencia y acciones concretas en el consumo responsable y apoyar a los más necesitados.

Referencias

AGENCIA INFORMATIVA GUERRERO (22 de septiembre de 2013). Angélica Rivera de Peña y Laura del Rocía Herrera visitaron La Colosio. [en línea]. Disponible en: http://www.agenciainformativaguerrero.com/?p=11680

CRUZ ROJA AMERICANA (19 de septiembre de 2013). Cruz Roja Mexicana sintió Ayuda Humanitaria de Guerrero, Tamaulipas y Veracruz. [en línea]. Disponible en: http://www.redcross.org/news/press-release/Cruz-Roja-Mexicana-sinti-Ayuda-Humanitaria-de-Guerrero-Tamaulipas-y-Veracruz

FUNDACIÓN TELEVISA (4 de octubre de 2013). Reconstrucción en Veracruz, tras Ingrid y Manuel. [en línea]. Disponible en: http://fundaciontelevisa.org/2013/10/causas/desastres-naturales/reconstruccion-en-veracruz-despues-de-ingrid-y-manuel/

GOBIERNO DE LA REPÚBLICA DE MÉXICO. (s.f.) Sin Hambre. [en línea]. Disponible en: http://sinhambre.gob.mx/

GRUPO FÓRMULA (22 de octubre de 2013). Entrega IFE a Cruz Roja donativo para damnificados de Ingrid y Manuel. [en línea]. Disponible en: http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=364178

SINGER, P. (2012). Salvar una vida. Cómo terminar con la pobreza. Buenos Aires: Katz.

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